Son las diez en punto. He llegado pronto y en la cola hay poca gente. Cinco personas delante de mi, aunque parece que cuatro van en un grupo. Discuten que película van a ver. Les miro impaciente. Podrían haber decidido antes. Elegir que película ver es un acto que requiere su liturgia.
Les escucho, no tengo mas remedio, parece que lleven un megáfono en la boca. Cuando casi estoy a punto de darles mi opinión se deciden por fin. “El orfanato”. Dicen haber escuchado la enorme propaganda que se le ha hecho en televisión y que parece interesante, creen que les entretendrá. ¿Por qué no?. Es un un buen motivo para ir al cine. Entretenimiento.
Ya casi me toca, delante hay un chico joven, muy joven, lleva el carnet en la mano, hará uso de su descuento y hará bien. El cine sigue siendo caro para alguien que no dispone o dispone de poco. Tiene claro, muy claro lo que va a ver. “La jungla de cristal v4.0”, no le alabo el gusto, pero le alabo su determinación. Tiene cara de listo, me gusta su cara, hasta ese flequillo que le cubre un ojo que al reflejo de la luz artificial parece violeta. Se lo pasará bien.
Llega mi turno, la taquillera es una chica también muy joven, casi adolescente, trabajo de fin de semana, seguro, bosteza sin disimulo y me pregunta. Le doy un billete de veinte euros y canto en voz alta mi decisión “Sin reservas”. Pero no me oye bien, lleva un pinganillo para hablar con no se quien, pero ni oye a ese alguien ni a mi. Se lo repito arrastrando las palabras. Me da la entrada, el cambio y me sella el cartón para el parking. Sé que la película será un pastel, pero voy con mi madre y ha elegido ella, y me parece bien que lo haga y que tenga claro lo que quiere ver. Recuerdo la película alemana en la que esta historia romántica se basa, "Deliciosa Martha", una película agradable, y eso ahora ya es decir mucho. Tengo presente de que el solo hecho de ir al cine con mi madre es ya de por si un acontecimiento feliz y pienso disfrutarlo.
Entramos en la sala, una de tantas, es un multicine, aunque acogedor y agradable, algo raro. Podemos elegir butaca, no es numerada, nos colocamos en la parte trasera, me gusta no estar cerca y llevo puestas mis gafas de miope, lo veremos bien. Cuando se apaga la luz, ruego para que no se siente cerca alguien de los que suele hablar y comentar la película y que no te deja escuchar nada.
Me siento tan bien......compruebo que mi madre esté cómoda...........y
Preparados, listos, ya. Empieza el espectáculo.
© 2007 Alma
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