Esta mañana hay nubes en el cielo, nubes alargadas que se mueven indolentemente al compás del suave sonido de un viento alegre y frágil. Me siento ligera como esas nubes y como ellas me dejo llevar por la brisa. Y con la brisa llegan recuerdos, aromas de infancia y de juegos. Y Esteve....
Esteve, "el coixet" era diferente porque arrastraba ostensiblemente una pierna. Nunca le preguntamos porque cojeaba y él nunca lo mencionó. A pesar o quizás por esa carencia su mirada al cielo era portensosa, exultantemente portentosa.
Él no veía nubes, miraba al horizonte celeste y contemplaba escenas cotidianas, historias vívidas y nos impelía a jugar con él al juego de imaginar, pero nosotros, pobres niños que lo teníamos todo, solo veíamos corderitos blancos de blanca lana quizás pastando en un blanco campo de blanca hierba, pero Esteve tejía una red con hermosas doncellas rescatadas por caballerosos guerreros montados en su corcel, castillos de almenas imposibles, dragones vomitando fuego, Robin Hood en su bosque robando a los ricos, y más y más y más....Estuvo poco tiempo con nosotros, no llegó a un año y no supimos más de él, pero nos dejó el mágico juego de ver lo invisible.
Esta mañana hay nubes en el cielo y al mirarlas hoy, le veo a él, Esteve "el coixet", me sonrie y le lanzo un beso.
© 2007 Alma
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