Aún es de noche, asoma el sol rojizo que pronto fichará su entrada en el día.
Me acompañan, dos, no, tres almas madrugadoras que ficharán también su entrada sin tanto esplendor.
Nos miramos, nos conocemos sin saber quienes somos, nos deseamos buenos días con educación.
Nuestra mirada busca incesamente si el autobús viene y fijamos nuestros ojos compulsivamente en un reloj que marca la hora en la que deberíamos estar soñando.
Dos mujeres parlotean vivamente, se que se dirigen a la empresa de limpieza que las ha contratado con un contrato basura que no podrán echar al contenedor. Se ríen fuertemente, y su voz golpea mi aun dormido cerebro que estalla. ¿Como puede dolerme que alguien celebre estar vivo?. Mañana, prometo descansar mejor.
Un chico joven recibe una llamada en su móvil, no entiendo lo que dice, parece ucraniano por la textura de sus palabras, habla rápido y parece enfadado. Me siento culpable por sentir curiosidad. No imagino con quien habla porque hoy mi mente esta apagada. Pienso que quizás algún día le pregunte algo, aunque se que no lo haré.
En cuanto llegue al trabajo me tomaré mi dosis de café, espero que hoy le siente bien a mi castigado estómago.
Veo en la curva el autobús, el numero 28 iluminado en su frente. Busco rápidamente mi bonobús, no lo encuentro en el revoltijo de un bolso repleto de cosas inútiles y necesarias. Mascullo algún improperio contra mi misma por no haberlo buscado antes y comprobar como el conductor me mira con ojos resignados. Me siento y para no dormirme, me coloco mis auriculares y escucho las noticias. Quiero escuchar las noticias....
Como era de esperar, se ha acabado la bateria del mp3. Pero el día no va a poder conmigo, cojo el libro que empecé ayer "El cerebro de Kennedy" y leo: "El desastre llegó en otoño y le sobrevino sin previo aviso. No dejaba rastros y se movía en total silencio. Ella nunca llegó a sospechar qué estaba sucediendo".
Me encanta Henning Mankell, pero no recordaba que leer en el autobus me marea. Suspiro.
Empieza el día, un nuevo día. ¿Qué nos deparará?
© 2007 Alma
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