mi nombre es antonio moreno

jueves, 28 de mayo de 2009


Estoy en un descanso del rodaje de Encadenados. Espero en mi caravana a que vuelvan a llamarme y mientras, recuerdo mi largo camino hasta llegar aquí. Salí muy joven de España, aconsejado por mi madre que no veía con buenos ojos mi relación con Conchita. Corría el año 1910 cuando conseguí mi primer papel en el teatro, la obra se llamaba Two Women y como era de esperar, mi personaje era un conde español, un arrogante conquistador que no hablaba bien el inglés. Pronto encontré una viuda que pagara mis estudios, se encaprichó de mi porte y simpatía y me abrió algunas puertas hasta el momento cerradas. Estaba cansado de hacer siempre el mismo tipo de papeles secundarios, y aunque todos decían que mi voz era seductora y agradable, mi acento no era adecuado para protagonismos teatrales, y decidí probar fortuna en el cine dónde no era necesario declamar. Y triunfé, vaya si triunfé, más de cien películas antes de que llegara el sonido, una detrás de otra, un héroe romántico tras otro, trabajé con Griffith, con Pickford, Sennett, Gish, Barrymore, Swanson, Garbo. Las fiestas en mi mansión Crestmount eran legendarias, nadie quería perdérselas, en ellas conocí a Novarro y Roland y les presenté a varios directores para que pudieran ascender en sus incipientes carreras. Recuerdo la llegada de las películas habladas, a partir de entonces empecé a trabajar menos, pero extrañamente no fue por mi voz, los latin lover empezaron a ser caducos y anacrónicos y yo ya pasaba de los cuarenta. Si lo pienso bien, no me importó, algunos críticos alabaron mi clara, suave y masculina voz y por fin pude interpretar papeles que aún siendo secundarios, eran algo más que una cara bonita. Ya tengo firmada para el año que viene otra que dirigirá King y no creo que me falten ofertas. Oigo a Hitchcock que nos llama para continuar, apago el cigarrillo en el cenicero, dejo mi copa vacía y me dirijo al set, la película sigue. Mi nombre es Antonio Garrido Monteagudo, soy el primer español que ha triunfado en la Meca del cine y no quiero que nadie se lleve este mérito que me corresponde.


**relato totalmente inventado sobre unos hechos totalmente reales**












Antonio Moreno
Greta Garbo

en "The Temptress"








© 2009 Alma

supuesto práctico

domingo, 24 de mayo de 2009






en mi voz



ilustración de Rodrigo González Velasquez





dicen que la distancia más corta entre dos puntos
siempre está en obras
nos separa una delgada línea
que finges atravesar
mi cariño solo puede arañar sombras danzantes
el amor solitario no mueve montañas
intento rodear obstáculos
y tu invisible pereza me lo impide
tan cerca está tu piel
tan lejos mi esperanza
la distancia más corta entre nuestros cuerpos
es el infinito



© 2009 Alma

sobras completas

martes, 19 de mayo de 2009






Historias que me cansaría escribir,
con las que perdería el tiempo.

Santiago Montobbio


ilustración de Maelo Terkim




Podría, pero no quiero recordarte. Quizás en algún suspiro del día y frunciendo el ceño, piense en tus ojos, ¿verdes?. Incluso hago el esfuerzo de verme a mi misma sentada en un banco de la plaza, aterida, frotando con mis manos enguantadas las piernas desnudas bajo el uniforme, esperándote. Veo el banco, mi frío, el agujero en el dedo índice del desgastado guante, el gorro de lana naranja hecho de ternura maternal, pero no puedo ver tu rostro, ni tus ojos, y no recuerdo tu nombre, ni quiero. Fuiste mi primer amor, aquél que nunca se olvida. Soy una mujer extraña, recuerdo el amor venidero, nunca el que se fue.



© 2009 Alma

mi nombre es Sheb Wooley

miércoles, 13 de mayo de 2009



Corría el año 1951 cuando rodé Tambores lejanos. Era cantante, pero me ofrecieron un papel insignificante, un soldado llamado Jessup que para colmo era devorado por cocodrilos. Eso si, al morir, emitía un agonizante grito que por no se que tontería tuvimos luego que grabar en el estudio. Quedo muy bien. La verdad es que me olvide totalmente de ese rodaje y de mi interpretación, pero dos años más tarde, fui a ver La carga de los jinetes indios y me topé de bruces con mi grito, un soldado llamado Wilhelm moría atravesado por una flecha. ¡Habían utilizado mi voz, mi grito! Vaya caradura. Pero la vida sigue y aunque en las siguientes décadas lo oí en varias películas sin mucho interés, me olvidé de él y me dediqué a cantar e incluso intervine en algun que otro film en el que nunca quise emitir ningún alarido. Pero tal día como hoy y ya muerto, descubro algo que no me podía imaginar. Un tipejo llamado Ben Burtt empezó a utilizar el sonido en La guerra de las galaxias y en Indiana Jones y lo bautizó como Wilhelm, el muy idiota, sin preguntar, sin darse cuenta de que se había creado en un western anterior, el mío. Es frustrante ver desde aquí y sin poder hacer nada, que mi voz, mi trabajo, ha aparecido en más de 130 películas, que mi grito ha sido exhalado por otras bocas reales e incluso dibujadas. Hasta aparece en una cosa llamada wikipedia como grito-Wilhelm. Mi nombre es Sheb Wooley, hace mucho tiempo robaron mi grito y le llamaron Wilhelm, vaya putada.


**relato totalmente inventado sobre unos hechos totalmente reales**


echa un vistazo al video y me creerás








© 2009 Alma

la amnesia en la palabra

domingo, 10 de mayo de 2009








Quiero escribir, y el llanto no me deja,
pruebo a llorar, y no descanso tanto,
vuelvo a tomar la pluma, y vuelve el llanto,
todo me impide el bien, todo me aqueja.


Lope Félix de Vega y Carpio



ilustración de el Rubencio




digo alegría
y no se lo que digo
porque la palabra revolotea en mi mente
sin significado
mojada en llanto
vapuleada en lágrima
digo tristeza
y no se lo que digo
porque el lloro no es metafórico descanso
las palabras han olvidado
su espíritu en el retrete
el deseo troca en piel
y ésta en herida
asfixiante amnesia de las palabras
que lo jode todo




© 2009 Alma

mi nombre es Vivien

martes, 5 de mayo de 2009



Estoy sola en la blanca, blanquísima habitación. Acaban de administrarme el electro-shock habitual aunque esta vez parece que no me ha atontado tanto y sigo parcialmente lúcida. Hasta no hace mucho, siempre achacaban mis caóticos y descontrolados cambios de humor a mi trabajo en el cine, pero yo siempre les decía a todos “Nunca digan que soy una estrella de cine. Soy una actriz y detesto el cine”. Ojalá hubieran detectado mi neurosis, me hubieran tratado y no hubiéramos llegado a este extremo. Me siento como mi personaje de Blanche Dubois, escondiendo tras la locura y la vulnerabilidad mi miedo a la muerte, y buscando en otros hombres lo que Laurence ya no me ofrece aunque se que me sigue queriendo. He de recuperarme para poder seguir interpretando, el teatro lo es todo para mi, no se vivir sin él. Me han ofrecido una película, algo sobre un jovenzuelo enamorado de una mujer madura, sobre la última primavera de quien se resiste a envejecer, lo haré bien, no se aleja mucho de lo que siento en realidad. Mi nombre es Vivien Leigh y sólo quiero volver a tener ese esplendor que iluminaba el cielo por un instante y que la gente confunde con el talento. Quiero volver a sentirme una actriz entre bambalinas.


**relato totalmente inventado sobre unos hechos totalmente reales**






Vivien Leigh
"La primavera romana de la Sra. Stone"





© 2009 Alma