conversaciones con mi ascensor

miércoles, 30 de abril de 2008


Hoy en el trabajo han cambiado los ascensores. La verdad es que era necesario porque su antigüedad era mayor que la suciedad que tenían acumulada. Ahora son “inteligentes”. Probaremos a ver, les haremos un examen.

Primera prueba: se supone que si pulsas en uno, como están conectados y para ahorrar subes y bajas, solo uno se pone en marcha, y sí, es verdad, se ponen de acuerdo totalmente, ninguno quiere bajar, y todos se quedan en el octavo piso riéndose de nosotros (hasta oigo sus carcajadas)

Segunda prueba: entramos ordenadamente (ya somos seis, normal en ese tiempo de espera) y ordenadamente pulsamos cada cual su botoncito. El letrero indica que el peso máximo es de 650 kilos, pero como ahora el ascensor es inteligente (pero miope) cree que entre los seis superamos ese peso, o sea, que pesamos cada uno de media mas de cien kilos, alguien de los que me acompaña empieza a dudar de su dietista, no me extraña. Alguien tiene que bajar. Cuesta un poco decidirnos, ya llevamos mas de diez minutos de retraso entre unas cosas y otras, y no es prisa por trabajar, las cosas como son, es que fichamos nuestra entrada en nuestro ordenador y no es cuestión perder mas tiempo, al final el último en llegar acepta su destino y se baja con cara de resignación.

Tercera prueba: el ascensor tiene voz, una voz dulce, de mujer, bastante convincente, “ascensor subiendo”, y nos lo creemos, mas que nada porque el ascensor sube y la impresión es distinta de la que tenemos si baja, pero no esta de mas que nos avise, por si alguna vez no notamos el movimiento, que supongo no se notará en algún ascensor, no es el caso. Por esos motivos extraños que tienen los ascensores, sin haber pulsado nadie el botón del primer piso, se para y abre sus puertas, “planta numero uno” sigue la dulce voz por si no nos hemos dado cuenta (ahí tiene razón, porque a veces y mas a esas horas de la mañana andas algo despistado), pero precisamente a ese piso no va nadie ni sube nadie. Unos minutos más perdidos. Por fin llego a mi planta, la cuarta, me avisa con su mejor voz “planta numero cuatro”, y yo cortésmente me bajo, digo hasta luego a mis compañeros de viaje (que tardarán unos minutos , bastantes más) y un gracias al ascensor. No esta de más ser educado.

Conclusión: no se si el ascensor es inteligente, lo que si puedo decir es que tiene características humanas, es puñetero, puñetero. Por su culpa, he entrado en el edificio a las ocho, pero ficho mi entrada casi a las ocho y veinte, veinte minutos que tendré que recuperar. Podría subir a pie, pero ¿quien le hubiera hecho el examen al ascensor?

Conclusión bis: puede servirme para un sobresueldo, al fin y al cabo y según algunos, la voz de mi Alma es dulce, me presentaré al casting

Recomendación: que no tiene nada que ver, o si, ver la película "Conversaciones con mi jardinero", película de cinematográfica sencillez



© 2008 Alma

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